Mientras la fortaleza llegaba acompañada de la soledad, le conocí.
Su piel como la mía, su ardor como el mío, sus manos como las mías, su sexo como el mío.
Y caí irrevocablemente en el juego de la seduccion al que me invitó su espalda ancha.
Me traicionaron las manos, juguetonas y traviesas, exploraron nuevos territorios y se me expatriaron, se sublevaron cuando decubrieron sus caderas poderosas.
La anarquía moral me invadió, y la peste incurable del deseo de ser suya me señaló como perfecta víctima del juego.
Me tiene loca, lo pienso, lo siento, lo veo, lo deseo.
Más y más mientras más evidente su indiferencia que acidifica mi orgullo y mis ojos de fiera.
Incansable, incontrolable, esa sonrisa que me revolotea en los tímpanos y me endulza el recuerdo de los besos náufragos que me dedicó.
Ven acá, si es amor, si es lujuria, si es deber, no me importa porque 24 horas y un par de segundos más no me son suficientes de ti en un día.
marzo 01, 2013
Desahogo 2.
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